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Sin embargo, este descubrimiento no se acompañó de un progreso
rápido en el conocimiento científico de estos seres microscópicos.
Como dice Kuhn en su libro “La estructura de las revoluciones
científicas” (Kuhn, 1986):
«...no se puede hablar de ciencia verdadera si no existe
un conjunto de teorías y modelos, los cuales son constan-
temente contrastados con la realidad y modificados, sin
alterarlos fundamentalmente en los periodos de ciencia
normal, o alterados y remodelados profundamente en los
periodos de revolución científica».
Este pensamiento muestra el progreso de la ciencia no como un
puro crecimiento por acumulación de resultados sino como un pro-
ceso en zig-zag, articulado en revoluciones en las que se vuelve a
comenzar de nuevo, reinterpretando a la nueva luz todo lo anterior.
Y una de estas revoluciones es la que se inició en la segunda mitad
del siglo XIX gracias a las aportaciones de Pasteur y Koch, entre
otros grandes microbiólogos, que provocaron un cambio radical
en muchas de las concepciones que tenía el hombre del medio que
le rodeaba. Hasta entonces, se aceptaba la idea de la generación
espontánea para las formas más simples de vida, se ignoraba la
naturaleza de las enfermedades infecciosas y se desconocía la base
microbiana de procesos biológicos como las fermentaciones de ali-
mentos o la fijación de nitrógeno atmosférico.
Es en ese momento, gracias al desarrollo de metodologías inno-
vadoras y al uso de la experimentación como medio para la ad-
quisición de conocimientos, cuando la Microbiología se establece
como una verdadera disciplina científica y los microorganismos se
revelan realmente como otra forma posible de vida en la Tierra. De
hecho, hoy en día sabemos que los microorganismos constituyen
la forma de vida primigenia. Fueron los primeros seres vivos que
aparecieron en nuestro planeta hace miles de millones de años y
los únicos habitantes durante varios millones de años más. Nos
precedieron y, sin duda, nos sobrevivirán, como el propio Pasteur
vaticinaba con su frase:
«...Señores, son los microbios los que tendrán la última
palabra».
A lo largo del siglo XX se han ido sucediendo nuevas mejoras en
las posibilidades de exploración del mundo microbiano, siendo una
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