Page 18 - discursoingresodramolina
P. 18

célula que se obtuvo completo fue el de la bacteria Haemophilus
influenzae en 1995, seguido solo un año más tarde por el de la leva-
dura Saccharomyces cerevisiae. Estos dos genomas, representativos
de células procarióticas y eucarióticas respectivamente, fueron los
que marcaron el inicio de la “Etapa Genómica de la Biología”, no
sólo para el mundo microbiano sino para el de todos los seres vivos,
incluido el ser humano, cuyo genoma se completó en 2003, tras la
publicación de su primer borrador en el año 2001 (Venter et al.,
2001). Las palabras de Francis Collins, uno de los artífices de este
éxito, reflejan su tremendo significado biológico y social:

           «Creo que es imposible que un ser humano no sienta es-
           calofríos al saber que, por primera vez en la historia de la
           ciencia, caminamos con nuestro libro de instrucciones en
           la mano. Y que esa secuencia genética esté en Internet,
           para que cualquiera pueda verla y estudiarla, es un hito
           histórico».
Así culminó el “Proyecto genoma humano” iniciado en 1990 y con-
siderado uno de los mayores logros científicos de la Historia, com-
parable con la llegada del hombre a la Luna (Zwart, 2010). En esta
línea, y en consonancia con la analogía entre el mundo microbiano
y el cósmico con el que iniciaba mi disertación, algunos autores
como Mark Pallen han comparado las misiones al espacio sideral
con los viajes al espacio genómico; situando, eso sí, a estos últimos
mucho más cerca hoy en día de la rutina diaria que los viajes espa-
ciales (Pallen, 1999).
Entre las aportaciones más recientes del mundo microbiano al
avance de la ciencia en el siglo XXI, no puedo dejar de mencionar
el sistema CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palin-
dromic Repeats) y sus proteínas asociadas Cas (CRISPR-associa-
ted), elementos de un sistema de defensa adaptativo frente a virus,
conservado en los genomas de procariotas. Una especie de sistema
inmunitario procariótico, con memoria para reconocer ácidos nu-
cleicos de infecciones víricas previas y destruirlos tras un nuevo
ataque del virus. Aunque se habían identificado en algunas bacte-
rias previamente, fue el microbiólogo Francisco Martínez Mojica
el que se percató de la relevancia de unas secuencias repetidas que
descubrió en el genoma de arqueas de las salinas de Alicante en
la década de los 90 del siglo pasado. Le dio nombre al sistema
(CRISPR) y ha dedicado su actividad investigadora a desvelar los

                                                   18
   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22   23