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La limpieza celular, un proceso clave para alargar la vida y prevenir
la neurodegeneración
Años más tarde, en 2016, Yoshinori Ohsumi era galardonado por
el descubrimiento de los mecanismos de la autofagia: el sistema de
degradación y reciclaje de componentes celulares de organismos
eucarióticos. A comienzos de los 90, tras su análisis microscópico
de la autofagia en S. cerevisiae, aisló numerosos mutantes deficien-
tes en este proceso (mutantes atg), también inspirado en la exito-
sa estrategia genética de Hartwell y Schekman. Esto le permitió
identificar los genes mutados y los mecanismos de acción de las co-
rrespondientes proteínas responsables de este fenómeno, y después
comprobar que las células humanas empleaban una maquinaria
similar. Uno de los miembros de su equipo, Noboru Mizushima,
relata esta andadura científica sobre la autofagia en una revisión
que titula muy acertadamente “De la humilde levadura al Premio
Nobel” (Mizushima, 2017). Como señaló la Academia sueca, “los
descubrimientos de Ohsumi condujeron a un nuevo paradigma en
nuestra comprensión sobre cómo la célula recicla su contenido”. La
autofagia es un proceso de limpieza celular mediante “autodiges-
tión” de la “basura” acumulada en la célula, que además le propor-
ciona energía y moléculas esenciales en situaciones de ayuno. Por
ello, una autofagia disfuncional puede favorecer el daño neuronal
en enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Al-
zheimer o la de Parkinson, o el desarrollo de enfermedades meta-
bólicas, como la diabetes de tipo 2.
He resaltado estos descubrimientos, reconocidos con el galardón
más prestigioso dentro del mundo científico (Hohmann, 2016),
para poner en valor el alcance del impacto del modelo de levadu-
ra de una manera objetiva y comprensible. Pero estos trabajos no
son más que la punta del iceberg de un tejido investigador muy
extenso en este campo, que constituye una base muy sólida de lo
que Kuhn llamaría la “ciencia normal”, pero absolutamente nece-
saria para que pueda surgir la “ciencia revolucionaria”. Dentro de
esta ciencia de base, me voy a permitir introducir, como ejemplo,
algunas aportaciones de nuestro grupo sobre las rutas de señali-
zación que permiten a las células eucarióticas percibir las señales
ambientales, activarse y, como consecuencia, generar respuestas
adecuadas. Estas rutas, también muy conservadas de levaduras a
humanos, son cruciales para la diferenciación, la proliferación y la

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