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sus siglas en inglés), que es útil para polvos y pastas. La ventaja de esta técnica en
relación con el FDM es que es posible extrudar material a bajas temperaturas sin
necesidad de fundirlo (Lim y cols. 2018). Estas técnicas pueden utilizarse con una amplia
variedad de materiales y pueden aplicarse para la fabricación de formas farmacéuticas
destinadas a diferentes vías de administración y muy especialmente la vía oral
(Mohammed A y cols. 2020).
La elección adecuada del polímero resulta crítica para obtener, con éxito, un producto
que responda a la aplicación deseada como puede ser controlar la dosis incorporada, el
tamaño o la liberación del fármaco. La tecnología FDM para impresión 3D de
medicamentos tiene como principales ventajas su bajo coste, que no requiere un
procesado posterior y que se obtiene una buena uniformidad de contenido.
Inconvenientes de esta tecnología son el de utilizar altas temperaturas lo que afecta a
medicamentos termolábiles, se necesitan etapas previas para procesar el filamento, así
como la escasez de polímeros termoplásticos bicompatibles. En el caso de la tecnología
PAM las ventajas son que se puede trabajar a temperatura ambiente, gran capacidad de
carga del principio activo y la posibilidad de incluir varios fármacos en la misma unidad
de dosificación (polypill). Como inconvenientes estarían que se requiere un secado
posterior del producto, las propiedades reológicas del polímero pueden afectar a la
formación de la estructura y al proceso de impresión, la resolución de la impresión es
dependiente del tamaño de la boquilla y pueden producirse procesos de inestabilidad
del fármaco o de toxicidad asociados al uso de solventes orgánicos (Goyanes A. 2014,
Sadia M. 2016, Azad MA. 2020).
Para la impresión 3D en el campo farmacéutico, basado en procesos de extrusión,
utilizando tecnologías como el Fused Deposition Modelling (FDM) o microjeringas a
presión (PAM) se recurre habitualmente a diferentes tipos de polímeros (Azad MA.
2020, Placone JK & Engler AJ. 2017, Conceição J y cols. 2019).
En la práctica de pueden utilizar una gama amplia de polímeros dependiendo su
selección final de factores como la metodología utilizada para impresión, la solubilidad
en agua del polímero o el tipo de liberación deseada. Para la impresión 3D de
medicamentos se utilizan habitualmente polímeros solubles en agua como la
hidroxipropilcelulosa (HPC), la hidroxipropilmetilcelulosa (HPMC), el polietilenglicol
(PEG), el alcohol polivinílico (PVA), la polivinilpirrolidona (PVP), policaprolactona (PCL) o
Carbopol® y como polímeros insolubles en agua, la etil celulosa (EC), el ácido poliláctico
(PLA) o el Eudragit®, entre otros polímeros (Azad MA. 2020).
La figura 26 muestra los polímeros más habituales para la impresión 3D de
medicamentos, dependiendo del tipo de la técnica utilizada para la impresión 3D, la
solubilidad en agua del polímero y el tipo de liberación inmediata o sostenida, deseada
para el fármaco (Azad MA. 2020).
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