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En el otoño de 1977, recién obtenida mi licenciatura en Farmacia en la Universidad de
Salamanca, empecé a trabajar con el Profesor Domínguez-Gil, que en aquel entonces
era un joven catedrático y decano de una incipiente Facultad de Farmacia. En sus clases,
nunca mejor dicho, magistrales nos transmitía a sus alumnos el interés por el mundo de
la Farmacia, la Farmacia Galénica, la proyección asistencial de la Farmacia y el
apasionante mundo de la investigación en temas de medicamentos.
Es en esa misma época cuando, mi maestro, el Prof. Domínguez-Gil, que en aquellos
años ya era Jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria, inicia una ardua tarea de
colaboración con diversos servicios hospitalarios en el campo de la Farmacocinética
Clínica y la monitorización de fármacos. Esta iniciativa permitió a un grupo de jóvenes
farmacéuticos, entre los que me encuentro, realizar su tesis doctoral a la par que fundar
uno de los primeros grupos de nuestro país especializado en el campo de la Biofarmacia
y Farmacocinética.
En aquella época, tuve la oportunidad de formarme con ilustres profesores, algunos de
ellos académicos numerarios de esta institución, como el profesor Rodríguez Villanueva,
ya fallecido, el profesor Cabezas Fernández del Campo y el Profesor Sentandreu Ramón
que me ayudaron también a vislumbrar el apasionante mundo de la investigación
científica. También quiero dedicar un afectuoso recuerdo al Profesor Rafael Cadórniga,
ya fallecido, que fue a su vez Director de esta Real Academia y que me animó mucho en
los inicios de mi carrera académica y científica.
También quiero expresar mi agradecimiento y reconocimiento especial a mis
compañeros del Área de Farmacia y Tecnología Farmacéutica y del servicio de Farmacia
Hospitalaria del Complejo Hospitalario de Salamanca, que siempre me han brindado su
amistad y apoyo, así como a mis discípulos y colaboradores, actuales y pasados, algunos
de ellos catedráticos y profesores titulares de Universidad y de los que siempre estoy
aprendiendo.
Asimismo, quiero hacer mención expresa de mi agradecimiento a la Universidad de
Salamanca, ocho veces centenaria, por haberme permitido formar parte de su claustro
de profesores y por el apoyo que siempre he recibido de mi universidad en mi carrera
docente e investigadora. También quiero extender este agradecimiento a otros
compañeros y amigos del área en diferentes universidades, y a mis compañeros del
Departamento de Ciencias Farmacéuticas, así como al claustro de profesores y a mis
alumnos de la Facultad de Farmacia de Salamanca.
Por ultimo quiero hacer público la mezcla de cariño y agradecimiento a mi familia,
especialmente a mi mujer Berna y a mi hija Laura, que también conocen el mundo de la
Farmacia y que siempre me han apoyado a lo largo de muchos años, especialmente en
los momentos difíciles. También quiero mencionar de forma especial a mis padres y a
mis hermanos que siempre apostaron por mí y que me han prestado su apoyo
incondicional en mi carrera académica.
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