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reguladoras como la EMA y la FDA lo que representa una importante ayuda para los
estudios biofarmacéuticos y farmacocinéticos.

Hace más de 150 años el fracaso en la respuesta de muchos tratamientos se atribuyó,
entre otras causas, a una deficiente absorción de los principios activos incorporados a
formulaciones sólidas orales, entonces píldoras. En 1862 el Dr. William Procter, un
destacado profesor de Farmacia en la Universidad de Filadelfia (EE.UU.), escribió en el
Journal of Pharmaceutics Science "algunas píldoras pasan el tracto digestivo sin
disolverse debido a su composición, al estado del paciente o a la naturaleza del
recubrimiento". Por primera vez se relaciona la ausencia de respuesta a un tratamiento
farmacológico con la formulación farmacéutica.

Es en esta época cuando dos importantes compañías farmacéuticas de EE.UU. Upjohn y
Abbott se interesan en mejorar la fabricación de formulaciones administradas por vía
oral para favorecer el proceso de absorción.

La compañía Upjohn Pill and Granule Company, posteriormente Upjohn Company, fue
fundada por el Dr. William Erastus Upjohn en 1885 apoyándose en la explotación de las
friable pills producidas mediante un nuevo método de fabricación. Según el Dr. Upjohn
estas píldoras deberían disgregarse en contacto con los fluidos gástricos favoreciéndose
así el proceso de absorción. A finales de 1886 este método de fabricación se aplicaba a
más de 200 formulaciones de extractos vegetales, alcaloides, glucósidos, etc. La
disgregación se consideraba entonces un proceso crítico para asegurar la eficacia
terapéutica aunque tardó varias décadas en ser considerada en los códigos oficiales.

El ensayo de disgregación aplicado a formas sólidas orales se describe, por primera vez
en 1934, incorporándose en la Farmacopea Helvética como un control de calidad en los
laboratorios farmacéuticos. El test fue adoptado en 1945 por la Farmacopea Británica y
por la Farmacopea de Estados Unidos en 1950.

Las píldoras de Upjohn no fueron bien recibidas por la comunidad científica y muchos
médicos se inclinaban por prescribir las formulaciones clásicas. Además pronto se señaló
que la disgregación de las píldoras no aseguraba la absorción de los fármacos
incorporados a la formulación.

En los años 60 del siglo pasado, varios estudios con antiinflamatorios, antiepilépticos,
etc. confirmaron que la disgregación es condición necesaria aunque no suficiente para
asegurar la respuesta terapéutica. Se precisa la disolución del fármaco como condición
previa al paso a través de la barrera intestinal hasta completar la absorción. En los años
70, la FDA incorpora el ensayo de disolución en el control de formas sólidas orales de
liberación inmediata y en 1997 adopta el test f2 para aceptar la similitud entre varios
perfiles de disolución. La ICH adopta el test de disolución Q4B ANEXO 7 (R2) en 2010.
Este ensayo permite asegurar la homogeneidad entre los diferentes lotes en la

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