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Antonio González Bueno

                                                         Mateos (1875-1931), habría de dedicar la mayor
                                                         parte de su tiempo a la docencia y al estudio de la
                                                         flora regional.

                                                             Tras las aportaciones señaladas, de finales del
                                                         siglo XIX, donde prevalece el estudio de las algas,
                                                         sólo de manera ocasional vuelven a encontrarse
                                                         referencias a la flora criptogámica; alguna vez, en
                                                         los inventarios realizados como consecuencia de
                                                         campañas de herborización, se deslizan algunos
                                                         musgos, hepáticas o líquenes, con menor
                                                         frecuencia algas. Manuel Llenas Fernández hace
                                                         explícita esta situación crítica, en los comienzos de
                                                         1902:

                                                         “En la casi totalidad de los trabajos que se ocupan
                                                         de floras regionales se nota lo atrasado de la
                                                         Criptogamia, preponderando de un modo bien
      Florentino Azpeitia Moros (1859-1934)              visible en tal desatención la parte correspondiente
             Fotografía realizada en 1913                á los líquenes.
                                                         Es verdad que el estudio de estos vegetales resulta
Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales,
12, lám I. Zaragoza, 1913.
                                                         difícil y se tropieza con el inconveniente de ser
                                                         corto en el número de obras que de ellos se
ocupan; razón por la cual, pocos son los botánicos que acometen de lleno el estudio de la
Liquenología” (Llenas, 1902: 207).

    La excepción la constituyen los estudios diatomeológicos; estos interesaron tanto por sus
aspectos teóricos como por sus aplicaciones prácticas, en particular su empleo en explosivos.
Francesc Delàs i de Gayolà (1864-1893) dio a la imprenta, en 1884, una “Nota sobre algunas
diatomeas recogidas en Olot durante el verano de 1883” (Delás, 1884), un año después Alfredo
Truan y Luard (1837-1890)259 comienza su “Ensayo sobre la Sinopsis de las Diatomeas de
Asturias” (Truan, 1885-1886); su habilidad técnica le permitió colaborar con el químico suizo
Otto N. Witt (1853-1915) en el estudio de las diatomeas fósiles de Jeremías (Tahití) (Truan,
Witt, 1888) 260.

    En el laboratorio gijonés de Alfredo Truan aprendería sus procedimiento de trabajo Ernesto
Caballero Bellido (1858-1935), becado por la JAE, en el verano de 1910, para realizar estudios
sobre la flora diatomológica gallega261; sus trabajos fueron continuados por Florentino Azpeitia
Moros (1859-1934)262 y Nicomedes-Esteban Martín Lecumberri263.

     259. No son muchos los datos disponibles sobre este industrial que dedicó su empeño al desarrollo de la fotografía
científica; de su figura y su obra se han ocupado Fernando García Arenal (1890) y Jaime Truyols Santonja (1991).

     260. Florentino Azpeita Moros (1911) realizó un primer ensayo sobre el desarrollo de la diatomología española en
los comienzos del siglo XX .

     261. Su biografía, y sus investigaciones micrográficas, han sido estudiadas por Xosé Fraga Vázquez, Manuel
Varela, Eduardo Costas (1989); Carmen Diéguez (1992) y Antonio González Bueno in RAH.DB-e; un análisis del
estado de sus colecciones en Carmen Diéguez, Ángel Montero (1993).

     262. Datos biográficos y bibliográficos sobre Florentino Azpeitia en Agustín Marín (1934); Ramón Manuel Álvarez
Halcón (1997) y Francisco Teixidó Gómez in RAH.DB-e.

     263. A Nicomedes Martín Lecumberri le sería concedida una pensión de ocho meses, que disfrutó entre 1912 y
1913, para estudiar ‘algas microscópicas marinas y procedimientos oceanográficos’ en los Laboratorios Arago de Banyuls-

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